En este proceso de Evaluación y Formación Docente, se considera una vertiente amplia que reconoce al personal académico como sujeto crítico, auto-reflexivo y participativo, mediador y facilitador de experiencias para estimular y facilitar el aprendizaje de los estudiantes, que a partir de su participación en los procesos de evaluación y formación, realiza un ejercicio que lo conduce a comprender, reflexionar y mejorar su actividad académica para la transformación de los procesos.
De esta manera, se parte de considerar el proceso de la evaluación docente, como un ejercicio reflexivo de su práctica, a través de medios valorativos que permitan detectar debilidades y reconocer fortalezas. Sus principios descansan en términos de orientación formativa, participativa, humanista, multidimensional y multireferencial, hacia la búsqueda e inmersión de fuentes de apoyo para su propio perfeccionamiento.
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